Hace veinte años que la familia de Mariana de Jesús Ayala López es perseguida en Paraguay. Por la militancia de algunos de sus hijos en el Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) tuvo que exiliarse y cuidar a varios de sus nietxs en Argentina. En 2020 dos de ellas, María del Carmen Villalba y Lilian Villalba, fueron asesinadas por las Fuerzas de Tarea Conjunta del Estado paraguayo en la frontera entre Concepción y Amambay. Desde el destierro, Ña Mariana exige justicia.

En una vieja casona oscura de un barrio porteño, Anita practica el violín. Está enamorada de ese instrumento: cuando lo toca olvida sus penas. Lili, su primita, se metió debajo de la cama, llora, no quiere lavar los platos. Ña Mariana tiene un ataque de tos y el pequeño Néstor corre a buscar un vaso de agua. Al regresar simula ser una ambulancia con sirena encendida. Osvaldito también llora, nadie entiende bien por qué. Está agarrado como garrapata a las piernas de su abuela, mientras en la sala de al lado otros niñxs juegan a los gritos. Ña Mariana a veces se cansa, otras se enoja, pero la mayor parte del tiempo comprende a sus nietxs. Un año ha pasado desde el doble infanticidio de sus nietas Lilian Mariana y María Carmen, de 11 años, asesinadas por el ejército en Paraguay.
Ña Mariana de Jesús Ayala es madre de tres hombres y cinco mujeres. También es abuela de más de una veintena de niñxs y adolescentes. Diez de esos nietxs viven con ella y su hija Myrian en Buenos Aires. El destierro y el despojo la acompañaron a lo largo de su biografía: hace más de dos décadas que su familia sufre una persecución que incluye allanamientos, citaciones, acoso policial, judicial y mediático como respuesta a la decisión de algunos de sus hijxs de militar en el Partido Patria Libre (PPL), para luego pasar a la clandestinidad de la organización del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP).
Los primeros allanamientos arrancaron en la década de los 2000. En ese momento la familia Villalba vivía en Concepción. Ña Mariana todavía recuerda cómo se impuso a la milicia cuando atropellaron su casa sin orden legal. Pronto el exilio se convirtió en la única alternativa frente al hostigamiento, pero también frente al desprecio social de una comunidad que le daba la espalda por segunda vez. Primero, por ser una madre soltera y por haberse embarazado de un hombre casado. Luego, por tener hijxs combatientes.
En 2011 llegaron a Misiones, esa tierra que, por sus suelos, su vegetación furiosa y su tradición guaraní, se parece al Paraguay. En diez años se acostumbraron a caminar por las calles del pueblo sin cargar con el estigma del apellido Villalba. En la chacra siempre había mucho trabajo, pero para Ña Mariana eso no era problema. Cuando sus hijos eran todavía pequeños, se enteró de que el agua del pueblo estaba contaminada: “Comencé a hervir el agua todos los días y la ponía en un cántaro de barro, en el kambuchi, para que se refrescara. Me daba una enorme satisfacción tener agua fresca y saber que evitaba la muerte de mis hijos”. Ahora en Buenos Aires Ña Mariana volvió a hervir el agua para ver si así se le pasa un poco esa tos que no la deja dormir.
La masacre de las nietas.
El 2 de septiembre de 2020 el presidente paraguayo Mario Abdo Benítez tuiteó una foto acompañada de 262 caracteres. Se lo veía posando con uniforme camuflado. Debajo, escribió:
Hemos tenido un operativo exitoso en contra del EPP. Luego de un enfrentamiento, dos integrantes de este grupo armado han sido abatidos. Hay un oficial herido. A todo el equipo le ratifiqué mi agradecimiento por su valentía en la lucha contra este grupo criminal.
Las asesinadas no eran jóvenes, ni siquiera adolescentes, tampoco guerrilleras ni miembros de un grupo criminal: eran dos niñas de 11 años llamadas Lilian y María Carmen, las nietas de Ña Mariana, criadas y educadas por ella en Argentina.
Estaban de paso por Paraguay, querían conocer a sus padres, que son miembros del EPP. Poco sabían las niñas sobre ellos y poco se sabe hasta hoy, pues permanecen en la clandestinidad del norte paraguayo. Las niñas de nacionalidad argentina vivían en Misiones pero estaban varadas en Paraguay. También sus primas Anita, Lichita y Tamara, parte del mismo contingente que se fue de Misiones a finales de 2019. Todas debían regresar a su casa antes del inicio del ciclo lectivo 2020, pero la pandemia modificó los planes. Ña Mariana jamás sospechó que llamarían terroristas del EPP a sus nenas.
Luego del doble infanticidio de Lilian y María Carmen, el ejército quemó las ropas y destruyó toda evidencia del supuesto enfrentamiento; sin una autopsia adecuada, los cuerpos fueron rápidamente enterrados. Una tercera nieta de Ña Mariana, Lichita, continúa desaparecida. Solo dos niñas lograron sobrevivir a la persecución de las Fuerzas de Tarea Conjunta. Una de ellas es Anita, la niña del violín, melliza de Lichita. La otra es Tamara, ella también vive en Buenos Aires y se prepara para estudiar medicina el año entrante. Ambas declararon Comité de Derechos del Niño de Naciones Unidas.
“¿Dónde está Lichita?, ¿qué le hicieron a mi nieta?”. Ña Mariana sufre en silencio, no puede dejar de preocuparse por ella, por sus demás nietxs. Y por sus hijos. La menor de ellas, Laura, hoy está detenida. Ella había acompañado a las niñas para conocer a sus padres y fue testigo del doble infanticidio. Sobre ella recaen acusaciones graves y es señalada como una peligrosa terrorista: los medios la apodaron “la enfermera del EPP”. Laura nunca se había separado por mucho tiempo de Ña Mariana y hasta hace poco trabajaba como enfermera en Misiones.
A finales de diciembre de 2020 Laura fue capturada en Paraguay, mientras buscaba a su sobrina desaparecida, Lichita. Después de pasar meses retenida en un cuartel militar, la trasladaron a una cárcel de mujeres de Encarnación. En prisión aprendió a pintar: pinta mientras piensa en sus cuatro hijxs que quedaron con la abuela ña Mariana en Argentina. Eso le hace sentir bien.
Laura no es la única hija en prisión que tiene ña Mariana. También está Carmen, su hija mayor. Carmen está privada de libertad hace diecisiete años, calificada por los medios como la criminal más peligrosa del Paraguay. Ella se autodefine comunista; ya ha cumplido su condena, pero sigue encarcelada.
A pesar de las penosas condiciones de encierro, Carmen reivindica su derecho a la maternidad. Eso lo aprendió de su madre, ña Mariana, quien la acompañó de cerca durante sus embarazos. En la cárcel, Carmen parió mellizas: Lichita y Anita. “¿Lichita dónde estás? Que no te trague el silencio abrumador de las bestias que te hieren, buscando el tiro certero contra la niña insumisa que nació en cautiverio con los ojitos abiertos dando sus primeros pasos en prisión a los 10 meses”. La carta pública que escribió en enero de este año desde el Pabellón 2 de la cárcel del Buen Pastor ha circulado por redes sociales, asambleas y manifestaciones.
Hoy, Ña Mariana y dos de sus hijas, Myrian y Rosa, están refugiadas en Buenos Aires. Diecisiete integrantes de la familia han tenido que trasladarse a la capital porque el aislamiento de la chacra misionera dejó de ser un lugar seguro y tranquilo. Cada día que pasa estas mujeres resisten a la desmemoria, no sólo exigiendo justicia sino también a partir de lo que mejor saben hacer: cuidar.
*El trabajo de campo ha sido realizado en conjunto con Catalina Servín, para ella mi agradecimiento.
Diciembre 2021